viernes, 27 de noviembre de 2015

"El Cerebro Adicto" - Lectura y escritura exploratoria


Introducción

Existe una gran variedad de sustancias (drogas) que generan adicción y dependencia. Anteriormente se creía que todo era cuestión de valores y moral del adicto, quien simplemente no quería ni se esforzaba por alejarse de aquello que sabe que lo daña. Pero estudios más actuales han concluído que no es un problema conductual, sino una enfermedad crónica. A partir de tales estudios se cambió la forma de tratar al enfermo y así, prevenir la enfermedad.


Existen factores genéticos y ambientales que propician el desarrollo de la enfermedad y generan una dependencia física, es decir, que al modificar la estructura nerulógica del cerebro, obligan al enfermo a buscar aquella sustancia que le hace sentir la necesidad de esta para funcionar de forma cotidiana.


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Desde que la conducta adictiva se trató de estudiar a partir del año 1930, se creía que era un problema propio del adicto el cual no tenía la 'fuerza de voluntad' necesaria para dejar aquella sustancia que sabe que le causa un daño, es decir, un problema moral y no de salud física y mental.
Fueron descubrimientos que se realizaron durante la última década del siglo pasado lo que propició el cambio de visión respecto a esta ahora reconocida enfermedad cerebral. La investigadora mexicana-estadounidense Nora Volkow, egresada de la UNAM y directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos (NIDA, por sus siglas en inglés) encontró la causa que genera dependencia a sustancias como los opioides y la cocaína, pues las drogas modifican la química y funcionamento del cerebro. 

La doctora María Elena Medina Mora Icaza, directora del Instituto Nacional de Psiquiatría "Ramón de la Fuente Muñiz" (INPRF) establece que las drogas generan una dependencia física. Para que la enfermedad se desarrolle tiene la misma importancia cuán aceptable sea la droga en la sociedad, la disponibilidad, es decir, la facilidad con la que pueda obtenerse y lo adictiva que sea dicha sustancia por sí sola. Como ejemplo, la heroína, que modifica la estructura cerebral desde el momento que se usa por primera vez.

En estudios de laboratorio, se encontró que una rata prefiere la cocaína al alimento hasta que muere por tal adicción. Pero curiosamente esto no sucede con la nicotina (contenida en los cigarrillos), donde los humanos tienen mayor índice de consumo de nicotina que de cocaína.
Esto se debe a que la nicotina es mucho más fácil de conseguir y su consumo en la sociedad es bastante aceptable. No es extraño una persona fumando un cigarrillo en la calle a diferencia de una persona consumiendo cocaína. En el caso del alcohol, que también genera adicción a un porcentaje de sus consumidores, no sólo genera la dependencia física sino que también aumenta el nivel de tolerancia por lo que se debe consumir en mayor cantidad para experimentar efectos deseados. La tolerancia se desarrolla muy rápido.

El científico de la salud Ruben Baler, de la Oficina de Políticas Científicas del NIDA, explica en una entrevista que la adicción es una enfermedad crónica. En la primera etapa de uso, las personas sólo utilizan la sustancia para experimentar los efectos que causa en el cuerpo; pero rápidamente puede volverse una enfermedad si su consumo se vuelve crónico. 

Al consumo y abuso de sustancias, la estructura de ciertas zonas del cerebro se alteran. El tallo cerebral -encargado del control del ritmo cardíaco, la respiración y el sueño-, la corteza cerebral -procesa información sensorial, toma de decisiones, planeación, resolver problemas, etc.-; y el sistema límbico se alteran pues las drogas interfieren en el proceso normal de intercambio de información neuronal. 
La estructura química de ciertas drogas (como marihuana y heroína) son muy similares a la de un neurotransmisor natural, por lo que los receptores las aceptan como si fueran su neurotransmisor adecuado. En cambio, otras drogas como anfetamina y cocaína, provocan una liberación excesiva de neurotransmisores naturales, por lo que la actividad neuronal se intensifica.

La mayoría de las drogas interfieren con la dopamina, que es un neurotransmisor importante en las sensaciones encargadas de placer. La doctora Medina Mora explica que el cerebro se acostumbra a las dosis masivas de dopamina por lo que se reduce su producción natural o disminuye la cantidad de receptores para ese neurotransmisor; por lo tanto también pierde la capacidad de sentir placer por las recompensas naturales. Cuando la droga falta, el cerebro ya no cuenta con dopamina suficiente y esto conduce a la depresión y apatía en el enfermo. Ruben Baler agrega que al adaptarse el cerebro a niveles altos de dopamina, eso obliga al individuo a consumir en mayor cantidad la droga que le ofrezca esa sensación de placer, es decir, genera una tolerancia. La persona enferma que ha llegado a esta etapa de tolerancia, cuando no está bajo los efectos de esta droga, genera lo que llaman "síndrome de abstinencia" que se caracteriza por síntomas como la ansiedad, insomnio, sudoración, convulsiones, psicosis e incluso puede causar la muerte.

Las investigaciones mostraron que la tolerancia a las drogas genera cambios profundos en los circuitos cerebrales y las neuronas. Por ejemplo, el abuso de sustancias a largo plazo suele provocar que factores ambientales se asocien con las sensaciones que provoca la droga, así cuando la persona se expone a esos factores el cerebro lo asocia con la sustancia y le ocasiona deseos incontrolables de consumir la droga. Esto puede ser tan fuerte que obligue a la persona a recurrir en la adicción aún después de muchos años de no consumirla.

Baler explica "El cuerpo es uno, y lo que vemos como dependencia psicológica es una manifestación de los cambios en el cerebro, que intenta adaptarse y manejar niveles anormales de neurotransmisores". El consumo crónico de drogas deteriora la capacidad de tomar decisiones y del autocontrol, por lo que la persona puede sentir la necesidad de consumir la sustancia a pesar de saber el daño que le ocasiona a su salud y a su entorno.

Así mismo, el científico Ruben Baler señala que la propensión a las adicciones proviene de factores ambientales y genéticos. Cuando se trata de factores genéticos, existe de un 40 a 60% de riesgo. El resto se trata de factores culturales, ambientales, sociales. Y agrega que no existen personas sin riesgo genético absoluto, aunque no todo depende de este; si una persona no se desenvuelve en un ambiente de adicciones ni entre sus relaciones interpersonales se ven afectadas por las drogas, será improbable que una persona desarrolle una adicción.
Aún así existen personas que se pueden definir como "más vulnerables", explica Baler, que son aquellas personas en busca de novedades o con conductas de riesgo. 

Entre los factores de riesgo se incluyen disponibilidad de la droga, pobreza, ausencia de supervisión paterna, conductas agresivas tempranas, y la adolescencia.
La adolescencia se considera un factor de riesgo, pues es la edad en la que suelen tomarse decisiones emocionales y no a partir del juicio y raciocinio. El problema en esta etapa es que las conexiones neuronales y si el cerebro se ve afectado, el daño será mucho mayor.

Otro grupo de riesgo la conforman las personas que tienen algun padecimiento mental, debido a que si en edades tempranas experimentan con alguna droga o alcohol, y este lo asocian a la 'cura' de los síntomas que le ocasiona su enfermedad mental, vivirá con la adicción para su edad adulta.

Conclusión

Todas las adicciones repercuten en la salud propia y las relaciones humanas. Bajo el efecto de las drogas y sin él, pueden incurrir en actos de violencia, delitos, causar daño a otras personas. Por lo que las adicciones son un problema social y debe tratarse todo lo que ha afectado en el enfermo; esto es, el desajuste de todos los circuitos cerebrales afectados (alimento, sexo, relaciones, memoria, emociones, toma de decisiones...). El tratamiento debe ser específico para cada persona enferma, según el tipo de sustancia, ambiente, recursos, su familia y su trabajo. S
e requiere de una terapia multidimensional que ayude a entrenar de nuevo al cerebro que aprendió a realizar conexiones de forma inadecuada. Pues la adicción es tal: una enfermedad que afecta el aprendizaje.

Las adicciones son crónicas e incurables, se pueden sufrir recaídas, pero puede tratarse para mejorar la calidad de vida; comparándose a la diabetes. Pero siempre lo más importante es la prevención.
Aunque existen factores de riesgos como la pobreza, mala nutrición, falta de ejercicio, un ambiente no confiable para los niños, violencia; es importante trabajar para promover actividades sanas y ambientes adecuados para el desarollo de los niños y jóvenes. Esto requiere de mucho trabajo tanto de la sociedad como de autoridades encargadas de promover leyes que eviten la venta de cigarillos y alcohol a menores de edad. Y que se tenga vigilancia de tales actividades. 

La adicción es una enfermedad tratable y debe compartirse esta investigación científica realizada por la doctora Nora Volkow, el trabajo del NIDA y el Instituto Nacional de Psiquiatría, para cambiar la visión de la sociedad y trabajar en erradicar todos los factores de riesgos ambientales y sociales que expongan al futuro de esta sociedad.


Bibliografía

Guerrero Mothelet, V. (2013). El cerebro adicto. ¿Cómo ves?, N°. 177, (Pp. 10-14). México: UNAM. Recuperado el 13/04/15, de: http://www.comoves.unam.mx/numeros/articulo/177/el-cerebro-adicto


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¿Por qué elegí este tema?
Las adicciones son un problema social que cada vez afecta a más personas en la actualidad. Me parece un tema importante pues ofrece evidencia científica que permite cambiar la visión en cuanto a las adicciones. Si se trata como una enfermedad, esto debe promover que la sociedad se vea involucrada en evitar que sus hijos, familia y amigos se desenvuelvan en un entorno de riesgo. Para esto se debe trabajar en conjunto secretaría de salud, gobierno, sociedad para promover acciones positivas para prevenir y por otro lado, apoyar y buscar ayuda adecuada para algún familiar enfermo. No dejarlos luchar solos.

¿De dónde partí para comenzar a escribir?
Me enfoqué en el objetivo del texto científico, tenía conocimientos previos respecto al tema pero decidí buscar palabras claves y leer rápidamente cada parte en la que se componía el tema. Busqué la idea principal y a partir de esta comencé a redactar basándome en lo que había comprendido y en las citas o frases que los doctores/científicos argumentan en el texto.

-A.C.Z


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